jueves, 2 de febrero de 2012

Vinos de España: Derecho de Autor


España es el país que más ha revolucionado internamente en términos enológicos. El criterio que lo avala no es solamente el de un extenso período en la profesión de sommelier. Más que todo está fundamentado en los cientos de miles de clientes que atiendo cada año que me han expresado, a veces silenciosamente,  la evolución renovadora hacia la excelencia de los vinos españoles.
Con el tiempo he tenido que ampliar mi carta de vinos por reclamos incesantes de estos, unos conocedores y expertos, otros simplemente amantes de la calidad. Cito algunos ejemplos.
En vinos blancos, además de  los excelentes albariños de Rías Baixas, Galicia, la impronta de la variedad de uva verdejo de Rueda, junto a la sauvignon blanc, ha ampliado mi selección. Más  tarde incorporé chardonnay de Navarra y de varias denominaciones de la región de Cataluña. Actualmente enfrento los estilos trascendentales de las cepas  ¿internacionales?  de Somontano.
A los rosados de Cigales típicos, se han sumado riojanos, navarros, valencianos y hasta Calatayud exhibe muestras sorprendentes.
Los espumosos del país ganan nuevas caminos día a día. Ya no son los continuadores de estilos de Champaña.  Son cavas, simple y llanamente, distintos e innovadores. Un  nuevo nombre propio en un mundo donde ser original es difícil.
La parte de vinos tintos en la Carta de Vinos ha sido la más transformada. La cepa tempranillo causa cada vez más admiración con sus Rioja modernos y tradicionales, los Ribera del Duero potentes y complejos, los manchegos por caminos loables y un Toro arrollador e impactante en estilo y aun más en paladar. Sin embargo, otras cepas tintas ya son de obligada referencia. Baste mencionar la multiplicidad particular de la garnacha tinta del Priorato y la excelente mencía del Bierzo, por solo ser sintético, recurso obligatorio en este momento.
No debo olvidar los fortificados o generosos. Los jereces siguen siendo los vinos inimitables que deben ser  catalogados como iniciadores desde hace siglos de la actual senda vitivinícola distintiva y  única de España.
Los vinos italianos de Toscana demostraron al mundo que las variedades de uvas no pueden tener un calificativo de internacionales. Sus mejores expresiones pueden ser logradas en diferentes terroirs. Eso lo saben bien los españoles pues ubican syrah, petit verdot, cabernet sauvignon, merlot en pagos donde el vino resultante nada tiene que envidiar su llamado país de origen.
El término vino de autor nació en España desde hace algunos años.  Era consecuencia de un nuevo concepto basado en la aplicación de nuevas formas de vinificación, la adopción de nuevas variedades de uvas u otras autóctonas no exploradas totalmente, la introducción de nuevas formas de cultivo o la selección de viñedos o pagos específicos.
Respondían al diseño de personas (enólogos, propietarios de bodegas, asesores externos o  conjunto de varias opiniones). Se diferenciaban de marcas que seguían la pauta estampada por la tradición en una zona o en una bodega, dando como resultados vinos de calidad y personalidad propia.  
Eran vinos de vanguardia, renovadores de estructuras que, como todo lo nuevo,  daban origen a controversias y resistencias muy fuertes en mentes conservadoras.
Resulta que hoy ese concepto no puede limitarse a un vino de una sola bodega, ni a una propiedad ni a una zona. España en su conjunto es un vino de autor. Ningún país nos sorprende tan ampliamente. Cada vino es un pasaje a lo desconocido, a favor.  
Siento pasión por los vinos españoles. Vuelvo a decirlo. Cada referencia de ese país me confirma que estoy sugiriendo en mi Carta algo diferente y único.  Toda obra de arte tiene un creador.  Agradezco a mis clientes haberme enseñado que el vino español posee ya su propio e irrebatible derecho de autor.

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